Según la firma de consultoría de riesgos y correduría de seguros Marsh, tras la escasez de suministro de chips derivada de la pandemia de COVID-19, los fabricantes de semiconductores y sus clientes tienen motivos para temer que el conflicto entre Rusia y Ucrania pueda poner en jaque aún más la solidez de sus cadenas de suministro. Las instalaciones de fabricación de chips tendrán dificultades para la producción sin elementos clave como el neón y el criptón de origen ucraniano, o el paladio extraído de Rusia. Esto conducirá previsiblemente a escasez, retrasos y precios más altos, lo que afectará a industrias como la automotriz, la electrónica y la de servicios como agua y electricidad.
Otro riesgo que cabe destacar es que algunas partes de la cadena de suministro de semiconductores se han concentrado geográficamente debido a la disponibilidad de materias primas en regiones concretas o a la necesidad de habilidades o equipos avanzados para determinadas tareas. Esta concentración geográfica crea sinergias para la industria, pero también plantea riesgos de resiliencia si se dan desastres naturales o eventos geopolíticos en estas zonas.
Para hacer frente a estos riesgos, algunos Gobiernos están reforzando su propia capacidad de fabricación. El estímulo multimillonario de investigación y fabricación de EE. UU., la Ley de Chips de la UE y el Fondo Nacional de Semiconductores de China sirven como ejemplos de estos esfuerzos de repatriación de la producción. Los Gobiernos también están explorando asociaciones con corporaciones multinacionales como la colaboración de la UE con Intel y Apple para mejorar las capacidades de fabricación y la formación de los empleados de estos sectores.
Teniendo en cuenta los cuellos de botella anteriores y en un contexto de mayor tensión internacional, se espera que la resiliencia de la cadena de suministro de semiconductores sea una preocupación geoestratégica continua en los próximos años.