El concepto de transformación digital ya se ha colado dentro de los centros de datos. Era cuestión de tiempo que el eslogan del momento, la frase de moda, el mantra de 2016 acabara filtrándose de un modo u otro por las paredes, en teoría aislantes, de los centros de datos. Y lo ha hecho, en buena medida, para sumarse a la tendencia ya consolidada de las corporaciones de apostar por externalizar su infraestructura en CPD de terceros y dedicarse de lleno a potenciar su negocio.
La transformación digital ha destapado la existencia de un mercado a dos velocidades, donde nos encontramos con compañías que arrastran un modelo de gestión de su TI tradicional que ha evolucionado pasando de equipamiento físico a virtualizado y después a incorporar herramientas asociadas a la nube, una transformación legítima y probablemente totalmente en consonancia con el presupuesto TI de estas empresas que arrastran el legacy como un carro cargado de piedras. En contraste, asistimos al auge de negocios con un modelo de gestión de TI que se basa en reducir la infraestructura tecnológica a su mínima expresión, apostar decididamente y desde el minuto uno por la nube, y relanzar su negocio tomando impulso sobre los muelles de las aplicaciones y el desarrollo de software lo más customizado posible.
Estas últimas firmas pueden permitirse desplazarse a gran velocidad, ser flexibles y ágiles, entre otras razones, porque su mochila TI es ligera y está convenientemente optimizada. Apuestan por la transformación digital y saben que la nube es el gran colchón en el que recostarse.
El legacy para el proveedor
La transformación digital invita a la empresa a centrarse en servicios y aplicaciones estrechamente ligadas al negocio y dejar la inversión en infraestructura para el suministrador de cloud que, generalmente, es el proveedor del centro de datos. La pregunta del millón es ¿cómo le salen las cuentas al CPD para llenarse de equipamiento, tener las redes al día y que le cuadren los números a final de mes? La respuesta está en la economía de escala, la inversión en tecnologías rentables, la automatización y la compartición de servicios.