A medida que las empresas incrementan la adopción del cloud, recurren a distintas plataformas para los diversos servicios de negocio que presta cualquier organización. Esta evolución se traduce en un ecosistema de plataformas digitales que comprende recursos informáticos localizados en varias clouds. Al hablar de servicios en la nube nos referimos al conjunto de personas, plataformas y procesos que componen las soluciones digitales (incluyendo desde las capacidades de cómputo, a plataformas que facilitan el desarrollo de aplicaciones, llegando a soluciones paquetizadas que apoyan soluciones digitales más complejas – analítica de datos, IoT, IA, Portales digitales,…), orquestadas para que trabajen en conjunto.
Las empresas que han “nacido digitales”, son los casos que hace un uso más intensivo de estas nuevas capacidades. Otros negocios sin embargo, poseen activos informáticos heredados y evolucionados a lo largo del tiempo, y este comportamiento en el entorno digital no es sencillo de gestionar. Este tipo de empresas, muy mayoritarias, combinan servicios digitales con otros servicios más tradicionales, y deben lidiar con la agilidad del mundo digital y al mismo tiempo la robustez de los sistemas centrales (“core”) de su negocio, en los que nada puede funcionar mal, y requiere que los usuarios desplieguen en diferentes tecnologías. El reto en estos casos es el de evitar duplicidades, desacoplar sistemas para reducir la complejidad y sobre todo permitir una orquestación extremo a extremo, con foco en la necesidad de negocio y no en las limitaciones de cada tecnología.
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