El sector energético de Estados Unidos enfrenta una transformación sin precedentes, a medida que la demanda eléctrica se dispara al ritmo vertiginoso que imponen los centros de datos, piedra angular del crecimiento de la inteligencia artificial (IA) y de la digitalización global. Según un reciente informe de Deloitte, el consumo de electricidad de estos centros tecnológicos podría multiplicarse por cinco de aquí a 2035, alcanzando unos asombrosos 176 gigavatios (GW), una cifra que pone a prueba la capacidad de las infraestructuras energéticas existentes y que obliga a explorar soluciones robustas, limpias y sostenibles.
En este complejo panorama, la energía nuclear está resurgiendo como una de las alternativas más sólidas y prometedoras para cubrir esta creciente necesidad. Su perfil de generación constante y libre de emisiones de carbono, unido a su eficiencia y densidad energética, la convierte en un aliado estratégico para una industria que requiere un suministro eléctrico seguro, estable y de gran escala.
Ventajas que marcan la diferencia
Las centrales nucleares han demostrado ser fuentes confiables de energía base, capaces de operar las 24 horas del día, los 365 días del año, sin depender de las condiciones climáticas. Este atributo es vital para los centros de datos, donde incluso una mínima interrupción puede tener consecuencias millonarias, especialmente en el contexto de aplicaciones de IA que procesan ingentes volúmenes de datos en tiempo real. Con un factor de capacidad superior al 92%, la energía nuclear supera ampliamente a otras fuentes como el gas natural (56%) y las renovables eólicas (35%) o solares (25%).
Además, su alta densidad energética permite que una pequeña cantidad de combustible nuclear genere enormes cantidades de electricidad, reduciendo al mínimo la necesidad de transporte y almacenamiento de recursos. Esta característica se traduce en una menor huella física y en un menor impacto sobre el entorno, aspectos cada vez más valorados en proyectos de infraestructura tecnológica.
Por otro lado, la capacidad de producción de una planta nuclear individual, que puede superar los 800 megavatios, resulta más que suficiente para cubrir la demanda de los centros de datos más grandes, que oscilan entre los 50 y 100 megavatios, e incluso los supercentros diseñados para IA, que podrían necesitar hasta 5.000 megavatios.
El resurgir nuclear como respuesta al desafío digital
El informe de Deloitte también detalla que la expansión de la capacidad nuclear podría llegar a cubrir cerca del 10% del aumento total de la demanda eléctrica de los centros de datos durante la próxima década. Este crecimiento requeriría incorporar entre 35 y 62 gigavatios adicionales de capacidad nuclear en Estados Unidos.
Para alcanzar estas cifras, se contemplan distintas estrategias. Entre ellas, se plantea la optimización de los 94 reactores nucleares actualmente operativos, muchos de los cuales han recibido autorizaciones para extender su vida útil hasta los 60 u 80 años. También se analiza la reactivación de plantas cerradas, una opción que, según cálculos de la industria, podría ser considerablemente más económica que construir nuevas instalaciones desde cero. Por ejemplo, reabrir tres plantas con una capacidad combinada de 2 GW costaría alrededor de 6.200 millones de dólares, frente a los 37.000 millones que podría suponer la construcción de una planta equivalente.
Otra vía de crecimiento es la reutilización de emplazamientos industriales, especialmente de centrales de carbón retiradas, donde las infraestructuras existentes permiten ahorrar hasta un 34% en costes de capital y acelerar la entrada en funcionamiento de nuevas unidades nucleares.
Los pequeños reactores modulares, una pieza clave para la nueva era nuclear
Un componente esencial en esta transición son los reactores modulares pequeños (SMR, por sus siglas en inglés), una tecnología emergente que podría revolucionar la manera en que se despliega la energía nuclear. Estas unidades, mucho más compactas que los reactores tradicionales, ofrecen ventajas como menores costes de construcción, tiempos de implementación más cortos (entre dos y tres años), y una gran flexibilidad de ubicación, ya que pueden instalarse incluso en terrenos industriales rehabilitados o cerca de centros de datos, reduciendo las pérdidas por transmisión.
Desafíos para una expansión a gran escala
A pesar de sus ventajas, la energía nuclear enfrenta barreras que aún requieren soluciones innovadoras. Entre ellas, destacan los elevados costes iniciales de inversión, las complejidades regulatorias y los retrasos en la construcción de nuevos proyectos, que históricamente han sufrido sobrecostes y dilaciones. También persiste el reto de la gestión de residuos radiactivos, para el cual aún no se ha establecido una solución definitiva en Estados Unidos.
Otro punto crítico es la dependencia del suministro internacional de combustible nuclear, especialmente de uranio enriquecido procedente de Rusia y China. Para reducir esta vulnerabilidad, el Senado estadounidense aprobó en febrero de 2024 una partida de 2.700 millones de dólares destinada a reforzar la capacidad nacional de enriquecimiento de uranio, tanto en su forma convencional como en la de alto rendimiento (HALEU), fundamental para las nuevas generaciones de reactores.
La industria también enfrenta una inminente escasez de talento humano. El sector nuclear, que cuenta actualmente con cerca de 100.000 trabajadores en EE. UU., necesitará más que triplicar su plantilla hasta alcanzar los 375.000 empleados en 2050. La combinación de una plantilla envejecida y la falta de profesionales jóvenes formados en ingeniería y tecnología nuclear pone en evidencia la necesidad urgente de reforzar la colaboración entre universidades, centros de investigación y la industria para asegurar el relevo generacional.
Un nuevo ecosistema de colaboración para la energía nuclear
La respuesta al desafío energético también pasa por un cambio en la forma en que el mercado se organiza y colabora. Grandes tecnológicas, fondos de inversión y startups especializadas están comenzando a apostar por alianzas estratégicas para acelerar el desarrollo y despliegue de tecnologías nucleares avanzadas. En 2024, la inversión privada global en empresas de energía nuclear avanzada superó la suma de las inversiones de los últimos 15 años juntos, una señal clara de la creciente confianza del mercado en el potencial de la energía atómica como motor de la economía digital.
Modelos de negocio innovadores, como acuerdos de compra de energía (PPA) entre centros de datos y empresas de energía nuclear, o esquemas de leasing para SMR, podrían ser la clave para atraer más inversiones y reducir los riesgos financieros.
A esto se suma el impulso de políticas públicas que buscan simplificar procesos regulatorios y ofrecer incentivos para proyectos nucleares. Un ejemplo de ello es la reciente ley bipartidista “Accelerating Deployment of Versatile, Advanced Nuclear for Clean Energy Act”, que tiene como objetivo reducir barreras y acelerar la concesión de licencias para nuevos reactores.
Finalmente, la aceptación social también será un factor determinante. La industria y las autoridades coinciden en la necesidad de reforzar la comunicación y la educación pública sobre la seguridad y los beneficios de la energía nuclear, especialmente en un contexto de creciente preocupación por la huella ambiental de las grandes infraestructuras tecnológicas.