La Península Ibérica refuerza su protagonismo como hub digital del Sur de Europa. La expansión de los centros de datos, la creciente presencia de operadores en la nube, los nuevos cables submarinos y los puntos de intercambio están convirtiendo a la región -y especialmente a Madrid-, en un ecosistema de interconexión estratégico.
No en vano, la demanda de acceso a Internet es cada vez mayor y, en consonancia, también las exigencias de fiabilidad, rapidez e interconexión que exigen los usuarios, lo que obliga a seguir trabajando en mejorar su infraestructura. Reducir la latencia de la red, al acercar las aplicaciones digitales y el contenido al consumidor final es una de las prioridades de la industria. La digitalización aumenta a un ritmo mucho mayor que la disponibilidad de este tipo de activos, por lo que la construcción de nuevos centros será una constante los próximos años. Este es el desafío al que se enfrenta la Península Ibérica a la hora de desplegar las infraestructuras del Internet del futuro, como punto de encuentro para el tráfico procedente de Europa, América, África, Oriente Medio y Asia, y con un potencial significativo para los usuarios y las empresas. Como frontera suboccidental del viejo continente, la geografía juega a nuestro favor a la hora de desempeñar un papel relevante en la economía digital.
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