Los centros de datos son infraestructuras de misión crítica. Concebirlos de esta manera implica planificar -si se trata de una obra nueva-, o considerar los posibles riesgos tanto medioambientales, como internos, como de negocio, de tal manera que se adopten medidas adecuadas para su mitigación. Asimismo, supone identificar los puntos únicos de fallo de la instalación de una forma clara y objetiva y que pueda ser conocida tanto por el personal interno como por los proveedores externos que tienen bajo su responsabilidad un área concreta. Se trata de disponer de procedimientos adecuados y conocidos por todo el personal involucrado, tanto interno como externo asegurando tanto la operativa diaria (mediante la realización de pruebas periódicas de los elementos susceptibles de fallo) como la actuación en caso de emergencia (a través de la Política de Seguridad y Prevención de Riesgos Laborales, por ejemplo). Y también de operar de manera eficiente la instalación sin incurrir en costes excesivos o en inoperancias, como pueden ser ineficiencias energéticas.
No obstante, de todos estos procesos, es el equipo humano, el personal, el que ocupa un papel relevante y decisivo para un correcto mantenimiento y una adecuada operativa del CPD. Y es que, como ya hemos comentado otras veces, de nada sirve contar con las mejores herramientas al alcance si no se utilizan bien. Es decir, el día a día es lo que determina que una instalación “crítica” como es un data center funciona a la perfección. Bien es cierto que los sistemas pueden fallar, se pueden cometer errores…, pero la continuidad del negocio debe asegurarse y esto requiere conocimiento y saber hacer por parte de los operarios en un escenario cada vez más enrevesado.
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