Junio 2018. Hoy en día hablamos continuamente de la revolución digital, pero ¿sabe el gran público en qué se sustenta? El cloud es la cara oculta de la revolución digital, la materia prima que utilizan las empresas de la nueva economía para ofrecer sus servicios y que ha permitido la llegada de múltiples innovaciones de ruptura durante estos últimos años: e-commerce, aplicaciones web y móviles, intranets, servicios de streaming musical o de vídeo, gaming…: el cloud aloja, a día de hoy, todo tipo de servicios y permite a las empresas innovar con mayor rapidez, permitiéndoles centrarse en su verdadero valor añadido.
El cloud proporciona simplicidad, flexibilidad y agilidad, por ello, desde finales del año 2000 se está produciendo una migración masiva de la informática de las empresas hacia la nube. La gestión material de una infraestructura informática requiere mucho tiempo y una gran inversión, por no hablar de seguridad. Además, está en el núcleo de los grandes desafíos, especialmente en materia de protección y tratamiento de datos personales.
Y es que, en un momento en el que los gigantes Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft son considerados como los nuevos amos de la economía, con un poder sin límites, aparecen cuestiones relevantes como la pérdida de soberanía digital dentro del sector digital europeo. ¿De verdad es tan importante, en una economía globalizada, tener alternativas europeas a las grandes firmas americanas o chinas que reinan en internet?
Para mantener un control de los datos personales es importante tener una alternativa europea que cumpla con el nuevo Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Dado que el cloud se ha convertido en el garante de gran parte de los activos de información de las compañías, es importante tomar consciencia de que los datos almacenados en la nube están físicamente alojados en centros de datos y, según dónde estén situados, las garantías no son las mismas, porque se rigen por el marco jurídico de su localización geográfica (un ejemplo de ello es la Patriot Act estadounidense).
Al margen de los aspectos jurídicos y reglamentarios, que son esenciales, también es importante considerar las dependencias tecnológicas que se promueven con algunos entornos propietarios de grandes firmas del sector TI. En OVH defendemos un cloud diferente, fruto de una visión europea de la tecnología: creemos firmemente en la importancia de favorecer los entornos abiertos, basados en estándares tecnológicos y que permitan trabajar con diferentes nubes. La libertad sobre los sistemas de información es importante para seguir promoviendo la innovación del sector. Por eso, los usuarios deberían tener la libertad para elegir dónde y con quién almacenan sus datos, pero también la facilidad para cambiar de proveedor, o para migrar o repartir ciertos datos o aplicaciones. Es decir, los principios de reversibilidad e interoperabilidad por los que ha apostado OVH desde sus inicios.
Además, muchos de los datos, algoritmos, servicios e infraestructuras de las empresas están o estarán alojados en proveedores de cloud, lo cual abre el debate sobre la propiedad y el control de los datos, el secreto industrial o las ventajas competitivas (algoritmos), cuestiones sin duda alguna fundamentales para evitar la cautividad de los usuarios.
El cloud se ha convertido en un factor decisivo para las empresas, demasiado importante para adoptar riesgos o comprometerse de por vida con un único proveedor. Defender un cloud abierto implica impedir que un actor dominante imponga sus reglas simplemente porque controla una parte del mercado y es la clave para seguir manteniendo el control de nuestros datos, que son, cada vez más, el mayor activo de gran parte de las compañías.