Cambio en Microsoft Ibérica al más alto nivel. Según adelantó ayer El Economista,Pilar López Álvarez, hasta ahora responsable financiera de Telefónica Europa, será nombrada presidenta de Microsoft Ibérica, en sustitución de María Garaña. El Economista, que avala su información con el testimonio de fuentes conocedoras del proceso de designación, asegura que el nombramiento se hará oficial en los próximos días. Channel Partner y Computing han intentado confirmar esta información, pero hasta el momento no ha tenido respuesta desde Microsoft Ibérica.
María Garaña llevaba en el cargo siete años, un periodo inusualmente largo en una multinacional como Microsoft y en un puesto de dirección como el que detenta. Su sustituta, Pilar López, trabajó estrechamente con Eva Castillo, presidenta de Telefónica Europa, en el desarrollo para la operadora de mercados como el alemán o el inglés. Anteriormente López ocupó un cargo directivo en las oficinas de JP Morgan en Londres y Nueva York. Y, más atrás en el tiempo, también ocupó puestos de responsabilidad en Telefónica España.
María Garaña asumió la dirección de la subsidiaria española a finales de verano de 2008, tras ejercer como máxima responsable Microsoft en el cono sur latinoamericano. No era fácil la tarea que abordaba: sustituir a Rosa García, mujer muy carismática y mano derecha del histriónico Steve Ballmer, con muy buena imagen en la prensa y en todo el sector por sus grandes dotes de comunicación.
En ese periodo se fraguaba la crisis económica, aunque por entonces los resultados de la compañía avanzaban a ritmo de dos dígitos. Todavía Windows Vista estaba en pleno apogeo y la compañía preparaba el desembarco de Windows 7 como el sistema operativo que iba a revolucionar el desktop tanto corporativo como de consumo. Su mensaje de entonces estaba basado en tandem de “software + servicios”, la gran apuesta de Ballmer, que luego cambiaría por el de “software + dispositivos”, sobre todo a raíz de la compra de Nokia.
Durante estos casi siete años, Garaña protagonizó el lanzamiento a gran escala de Windows 7, sufrió los primeros sinsabores de Windows 8 y ha visto como su compañía debía cambiar el rumbo a todo el negocio. Y es que el cloud ha puesto en cuestión la actividad de los proveedores que se ganan la vida con la venta de licencias perpetuas y ha hecho calar un modelo diferente basado en la suscripción. La ofimática en la nube (con Office 365) y la plataforma de servicios cloud Azure son las grandes apuestas de Microsoft en un mundo donde se le han multiplicado los competidores, y donde Google, Apple o Amazon marcan el ritmo de la consumerización y la movilidad, muevos mantras.