Un sabor agridulce para la compañía de Redmond, que cierra el año fiscal de 2016 con una facturación de 91.960 millones -con un descenso del 2% con respecto a 2015-, pero que en cambio ha visto cómo sus beneficios han aumentado un 38%, hasta los 16.798 millones de dólares. Con respecto al cuarto trimestre, el volumen de negocio se situó en 22.640 millones.
Las dos grandes estrellas del ejercicio han sido Office y Azure, servicios en la nube que le permiten formar parte del repóquer del cloud corporativo (Amazon, Google, IBM y HPE) y que han experimentado sensibles incrementos durante el ejercicio (un 54% y un 102%, respectivamente). Como contrapartida, su negocio tradicional de sistemas operativos se ha visto ralentizado, en parte por la tendencia a la baja del mercado del PC.
Hace dos días, Microsoft reconocía en público que no alcanzará su objetivo de 1.000 millones de dispositivos con Windows 10 en 2018, pues los ritmos previstos de actualización no se han cumplido, pese a su agresiva campaña de actualización gratuita de Windows 7 y Windows 8. Su baja penetración en el segmento de los dispositivos móviles, frente al predominio de Android y Apple iOS, se ha visto agudizada con una caída del 70% de las ventas de dispositivos móviles. Hechos que han provocado que la firma de Redmond cerrara recientemente su negocio de móviles de baja gama Lumia, procedente de su adquisición de Nokia, una operación que ha comprometido su estrategia en los últimos tiempos.
