La crisis de la COVID-19 ha supuesto un punto y aparte en el sector energético. La pandemia ha provocado una caída en la demanda de energía global, además de un desplome a mínimos históricos del valor del petróleo. Además, ha supuesto un daño irreversible en la industria del carbón, una fuente de energía que afronta una situación casi irrecuperable por la imposibilidad temporal de extracción, por sus altos costes, baja demanda y alto grado de contaminación. La situación es tal que, según la IEA, la crisis del coronavirus terminará con la demanda de combustible fósil. A pesar de que la crisis también ha impactado sobre el sector de las renovables, se estima un crecimiento de un 6% para la capacidad global de energía renovable en 2020. Una vez superada la recesión, se espera que la demanda de energía se recupere con la esperada electrificación de sectores, ofreciendo un horizonte muy optimista para el sector de las energías verdes.
La Comisión Europea ha situado ya la producción de energía renovable en el centro de la recuperación económica, estableciendo unos paquetes de estímulo para incentivar la energía verde como motor de recuperación, creación de empleo y contribución a “sistemas energéticos más eficientes y resistentes”. El plan presentado por la CE para relanzar la economía de la Unión Europea tras la pandemia, fija una partida de gasto de 40.000 millones que irán al Fondo para la Transición Justa, de los que 1.806 millones serán para España. Bruselas espera que esas inversiones “movilicen” un total de entre 25.000 y 30.000 millones de euros y contribuyan a generar inversiones privadas por valor de 150.000 millones.
Ante esta situación optimista pero incierta, es necesario proteger a inversores, propietarios y operadores de activos de energía renovables. Gracias a la aplicación de tecnologías digitales, técnicas de gestión de activos y analítica de datos, se logra impulsar la mayor transparencia en los costes de operación, la optimización de recursos en la gestión técnica y comercial de parques y el aumento de la rentabilidad en la producción de energía renovable.
Uno de los mayores retos a los que se enfrentan las empresas de energías renovables es la gestión integral de todos los datos procedentes del ciclo de vida y explotación de sus activos. La gestión de activos en el sector de las energías renovables se ocupa de todo lo necesario para optimizar el funcionamiento de un parque renovable (análisis en profundidad los activos, supervisión de la operación y el mantenimiento, verificación de protocolos de seguridad, control de liquidaciones y venta de energía, etc…).
La digitalización que busca implantar la Comisión Europea, aplicada a la gestión de activos de energías renovables, puede traer una gran cantidad de beneficios, siendo diferentes según la parte del negocio a la que vaya enfocada:
? Operación & Mantenimiento: La gestión técnica de los activos renovables incluye todo el trabajo que hay tras la gestión de la maquinaria instalada en un parque. La digitalización puede ayudar en este tipo de gestión mediante la modernización de las plantas de producción de los parques renovables, un aspecto absolutamente necesario para hacerlas más competitivas y eficientes. Esto conlleva grandes beneficios como una automatización de procesos para una mayor rapidez; la realización de análisis en profundidad de los estados de las placas y aerogeneradores en tiempo real; o el desarrollo de precisos análisis predictivos, para conocer cuando uno de los activos técnicos va a dejar de operar de forma óptima, de cara a solventarlo lo antes posible y mantener siempre la producción al máximo, ofreciendo seguridad para fomentar las inversiones.
? Asset Management: La gestión financiera de los activos renovables incluye todo el desarrollo y análisis que hay tras la gestión y administración de las inversiones, la información financiera del mercado, las adecuaciones a las normativas vigentes en cada país o región, la obtención de nuevos permisos, la gestión con aseguradoras o los informes sobre la productividad de los activos. La digitalización permite automatizar algunas de estas gestiones, ofreciendo una gran reducción de los costos de operación (OPEX), que son ignorados muchas veces a la hora de enfocar las inversiones en el sector, ya que se siguen centrando en los llamados CAPEX (gastos en capital).
El mayor problema hasta ahora es que los servicios de gestión de activos para parques de producción de energía renovable eran contratados conjuntamente en un paquete, por lo que los servicios financieros y fiscales de cada empresa no podían modularse independientemente de los servicios técnicos. Pero la digitalización del sector ha traído consigo innovaciones como el primer configurador de servicios online, ZULU, que ofrece la posibilidad de segmentar en módulos los servicios financieros (el módulo de ‘Contabilidad y Gestión Fiscal’ y el de ‘Controlling’), permitiendo a los clientes adaptar totalmente los servicios que desean de acuerdo a sus necesidades.
ZULU funciona como un aliado contra los costos de OPEX, ya que produce una gran reducción de costes y estandariza los precios en el mercado por primera vez en la historia, ofreciendo una gran transparencia y permitiendo un ahorro de hasta el 50%. Además, permite segmentar también los distintos servicios técnicos y, ante el lema ‘usted elige y nosotros estamos a su servicio’, ofrece al usuario la posibilidad de elegir entre 13 módulos diferentes, con unos precios ya fijados.
“Los beneficios que aporta la digitalización del sector son el único camino para acelerar el flujo de inversiones hacia la producción energética renovable. Un camino que, como ha anunciado la Comisión Europa se ha convertido en indispensable en la situación actual, para la recuperación de la economía tras la pandemia, y para no salir del camino hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París” ha afirmado Hanno Schoklitsch, CEO de Kaiserwetter.