En el marco del Smart Energy Congress de este año, hemos observado cómo la aceleración en la transformación energética y digital, impulsada por tecnologías clave como la inteligencia artificial está tomando protagonismo en industrias, ciudades, instituciones, e incluso infraestructuras críticas. Esta reinvención es inminente y necesaria para avanzar hacia una economía más sostenible y competitiva.
El sector energético está inmerso en una disrupción sin precedentes marcada por la transición hacia un modelo descarbonizado en el que se deben equilibrar las tres dimensiones del trilema energético: seguridad, sostenibilidad y coste. Esto significa garantizar un suministro de energía fiable y resiliente; asegurar el acceso universal y asequible; y mitigar los impactos ambientales derivados de la transición energética.
Si este reto ya es enorme, la situación geopolítica en Europa exige un aumento en la competitividad y la resiliencia. Aquí, el fortalecimiento de las redes de distribución, tanto para el suministro energético como para apoyar sectores con altas demandas de energía, como los centros de datos, será crucial.
Plan energético europeo
El plan Draghi, diseñado como hoja de ruta para la nueva Comisión Europea, propone una serie de medidas para mejorar la competitividad y resiliencia del sector energético a nivel internacional. Entre ellas destacan reforzar la autonomía energética de Europa e incentivar su digitalización, impulsar la inversión en energías renovables y almacenamiento a la par que incentivar la descarbonización, desarrollar y modernizar las redes o revisar el marco regulatorio y de mercado. Todas estas acciones son clave para fortalecer la cadena de suministro energética y facilitar la integración de infraestructuras críticas en esta transición.
Y es ahora cuando una de las disrupciones tecnológicas más relevantes para el sector energético ha entrado en acción para optimizar todos los procesos de la cadena de valor: la inteligencia artificial generativa y la inteligencia artificial agente (el nuevo horizonte de la IA con capacidad de acción). Su adopción requiere que las compañías del sector energético cuenten con un potente núcleo digital (datos, plataformas y ciberseguridad) y formen al mejor talento humano que aumente todas sus capacidades gracias a la IA. Con esta base, el proceso de implementación pasa por tres fases: la experimentación para validar mediante pilotos las hipótesis de negocio en un entorno controlado de bajo riesgo, ponerlo en producción con un grupo de usuarios e integrado con los sistemas de decisión y, finalmente, escalarlo con mejora continua.
Es en esa cadena de valor digitalizada de las compañías energéticas donde la Inteligencia Artificial Generativa ya está demostrando su aplicabilidad en diversas áreas: desde los copilotos en el tratamiento regulatorio, la optimización en la ingeniería y la construcción, el tratamiento de averías o la operación y mantenimiento de infraestructuras críticas como centros de control y, en algunos casos, centros de datos.
El futuro del sector energético dependerá de su capacidad para adaptarse a esta nueva realidad, en la que la sostenibilidad y la innovación tecnológica con IA ya no son una opción, sino una necesidad. Las compañías que lideren esta transición, integrando soluciones digitales avanzadas y colaborando con sectores interconectados, como los centros de datos, no solo contribuirán a la competitividad económica y resiliencia de Europa, y de España en concreto, sino que también serán los arquitectos de un sistema energético más eficiente, seguro y sostenible en el tiempo.
