El coste de la energía y la necesidad de su ahorro han sido temas ampliamente comentados tanto en los medios de comunicación, como en los despachos empresariales y en las mesas de particulares durante las cenas. Quizá por eso sorprende que muchas personas todavía no comprendan el impacto que tienen sus acciones en términos de energía y que no sepan que cosas minúsculas como añadir a personas copiadas en un correo electrónico tienen un consumo energético y un coste energético real y medible.
Otro de los conceptos que todavía no está claro en la mente del ciudadano común es que los centros de datos impulsan la digitalización y el mundo moderno a todos los niveles: desde el reparto de comida a domicilio hasta las comunicaciones o la banca. Y en un entorno que no deja de digitalizarse, el consumo energético utilizado por los centros de datos no hace sino aumentar. De hecho, en la actualidad, la Agencia Internacional de la Energía asegura que los data center consumen hasta el 1,5% de la demanda mundial de electricidad. ¿Los responsables? Nosotros, tanto a nivel personal como corporativo, y nuestro estilo de vida digital.
La buena noticia es que existen soluciones reales que nos permiten reducir el impacto del consumo energético de los centros de datos de todo el mundo, y, lo que es mejor, no se trata de una nueva y exótica tecnología, sino de hardware ya existente y probado combinado con una nueva forma de concebir el impacto medioambiental de los centros de datos.
Índice de temas
El consumo energético
Parte del problema es la larga vida útil de los servidores, que dura hasta diez años. Como consumidor, uno tiende a comprar una máquina nueva si su PC funciona con lentitud, o como empleado, si se pone en contacto con el departamento de TI suele conseguir que se la cambien. Los servidores de un centro de datos son algo muy distinto, siguen funcionando, aunque el hardware sea ineficiente, anticuado y consuma mucha energía.
A medida que se incorporan nuevos servidores más modernos, las máquinas más antiguas dejan de ser esenciales para el negocio y pasan a quedarse en la parte trasera del centro de datos. No se apagan porque hacen alguna tarea ocasional y porque las empresas tienen demasiado miedo de apagarlas, así que se quedan consumiendo energía inútilmente. Esta es una mentalidad que hay que superar.
Por otro lado, renovar el inventario, especialmente los activos más antiguos, puede amortizarse rápidamente al reducir la cantidad de energía que consumen los servidores. De la misma manera que los coches modernos emiten menos que los modelos antiguos, en los centros de datos merece la pena disponer del hardware más moderno.
En décadas pasadas, muchos responsables de la toma de decisiones empresariales imaginaban que elegir la opción “verde” siempre iba a costar dinero. Pero lo que estamos viendo hoy es que la mejor solución económica también resulta ser la más sostenible, ya que si se reduce la cantidad de energía que consumen sus servidores en el centro de datos, la factura de la luz bajará al mismo tiempo que sus emisiones de CO2.
Por qué son importantes los servicios de recuperación de activos
A menudo, si se sustituye el hardware antiguo también se ganará en eficiencia, se reducirán los costes y supondrá un aumento del flujo de caja, que ofrece oportunidades de mejorar la sostenibilidad y cumplir los objetivos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG), gracias a los servicios de recuperación de activos.
Cada año, el mundo genera 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, que, para visualizarlo mejor y según las estadísticas de la ONU, serían suficientes para cubrir la isla de Manhattan. Y aunque el último estudio de Lenovo concluye que el 70% de las organizaciones ya utilizan los datos para alcanzar una combinación de objetivos ESG y financieros, aún queda mucho por hacer.
Para las empresas que esperan alcanzar sus objetivos ESG, un servicio de recuperación de activos facilita el encontrar el método óptimo para deshacerse del hardware, ya sea reciclándolo, renovándolo, reutilizándolo o desechándolo de forma respetuosa con el medio ambiente. Las organizaciones necesitan claridad y políticas sobre cómo hacerlo: los equipos no pueden tirarse sin más a un contenedor.
Las empresas también deben asegurarse de que sus servicios de recuperación de activos trabajan con socios que cumplen las normas más estrictas. Así se elimina el riesgo para el cliente: no hay peligro de que el socio encuentre un resquicio legal para enviar los residuos al extranjero y tirarlos al vertedero. Esta es otra forma importante de salvaguardar la reputación.
Reciclar servidores de esta forma genera muchas “ganancias”. Si una empresa recupera unos cuantos miles de libras por el hardware antiguo, puede comprar compensaciones de CO2 para el nuevo hardware, o simplemente donarlo a una organización benéfica medioambiental. Por supuesto, la compensación de carbono no puede ser su único plan para la sostenibilidad, pero si las empresas invierten en proyectos de compensación de CO2 aprobados por la ONU, como la reforestación y las iniciativas de energía verde, es una herramienta útil que puede ayudar a demostrar los compromisos ESG.
Mirando al futuro
Los centros de datos se enfrentarán cada vez más a normativas y exigencias de transparencia sobre su consumo energético y de agua. La Comisión Europea está anunciando iniciativas de forma regular que tienen como objetivo llamar la atención y tomar medidas drásticas sobre el impacto medioambiental de los centros de datos. De aquí a 2025, los centros de datos podrían tener una “etiqueta” que indique su consumo de energía, al igual que ocurre actualmente con los lavavajillas y otros electrodomésticos.
Para los consumidores, la compra de marcas sostenibles desempeña un papel cada vez más importante en sus decisiones de compra. Un estudio ha demostrado que todas las generaciones, desde los Baby Boomers a los Gen-Z, consideran que la sostenibilidad es más importante que el nombre de una marca. Los consumidores son cada vez más conscientes de las credenciales ESG de las empresas, lo que significa que las organizaciones no pueden permitirse prácticas insostenibles en sus centros de datos.
Tampoco es desdeñable el hecho de que la sostenibilidad se ha convertido en un factor diferenciador en la batalla por el talento: antes de empezar a trabajar en una organización, la gente evalúa cómo trata ésta al medio ambiente. Según un estudio de BUPA, uno de cada tres candidatos rechazaría puestos en empresas con escasas credenciales ESG. Según estos datos, podemos afirmar que la sostenibilidad va a ser cada vez más importante para empleados, inversores y gobiernos, y la importancia de los centros de datos y su consumo de energía seguirá creciendo.
En el futuro, no cumplir los objetivos de sostenibilidad de una empresa será casi tan negativo como no alcanzar los objetivos financieros. Esto se suma a los efectos del propio cambio climático, ya que la investigación de Lenovo reveló que el 59% de los altos ejecutivos espera que las amenazas del calentamiento global tengan un impacto de moderado a grave en su negocio. Sin embargo, aunque los ejecutivos reconocen estos retos, pocos tienen planes a corto plazo para afrontarlos. Sólo el 33% va a tomar medidas en los próximos tres años para hacer frente al calentamiento global.
En definitiva, las empresas deben tener una visión holística de su consumo energético en los centros de datos y cómo controlarla. Se trata de un ámbito en el que proveedores, socios y clientes tendrán que colaborar estrechamente para tener una visión de conjunto de todas las etapas del proceso, desde que un servidor llega a un centro de datos hasta que se recicla o reutiliza. Todo debe medirse, controlarse y comprenderse. La sostenibilidad es un viaje y, para las empresas que dependen de los centros de datos, dar el primer paso es la parte más importante.