Cualquiera que trabaje en un departamento de informática seguramente habrá escuchado hablar de Edge Computing. Aunque este término equivale a informática “periférica”, es necesario explorarlo para comprender su valor y riqueza. Utilizada especialmente en Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT), donde está previsto que el número de objetos conectados en todo el mundo alcance los 60.000 millones para 2025, el Edge Computing continuará expandiéndose y ganando popularidad en los próximos años.
Sin embargo, antes de que podamos anticipar su expansión debemos dedicar tiempo a democratizar la tecnología, comprender cómo funciona y formar al público menos técnico.
Pequeña pero potente
Si tuviésemos que explicar el Edge Computing a nuestros compañeros menos técnicos o a un consejero delegado, comenzaríamos por describir su formato. Libre de las limitaciones de los inmensos entornos de los centros de datos, la tecnología adopta el formato de una caja física, no mucho más grande que un portátil, que puede instalarse sobre una mesa, en una pared o techo. Por ejemplo, en el sector retail: un negocio que desease acelerar la innovación y mejorar la experiencia de sus clientes, quizás en la fase de pago, podría instalar dispositivos Edge en los comercios para desarrollar el uso de carritos conectados, contenedores con sensores RFID o incluso métodos de pago-a-demanda. Un fabricante que desease mejorar el control de calidad en la producción podría instalar un dispositivo Edge cerca de las cámaras encargadas de vigilar la calidad de los productos que salen de la línea de montaje.
Más allá de su pequeño tamaño y ausencia de refrigeración (que también supone un ahorro energético y beneficio medioambiental) las ventajas más notables del Edge Computing son sus casos de uso
Más allá de su pequeño tamaño y ausencia de refrigeración (que también supone un ahorro energético y beneficio medioambiental) las ventajas más notables del Edge Computing son sus casos de uso. En primer lugar, permite realizar operaciones en tiempo real. Por lo general, transferir datos entre una unidad y el centro de datos requiere un tiempo relativamente largo, uno o dos segundos. Aunque este retraso pueda parecer trivial, puede tener consecuencias muy significativas cuando en el control de una línea de producción o proceso similar. El Edge Computing puede corregir esta situación y controlar cada producto en tiempo real, transmitiendo instantáneamente a la pasarela de datos (gateway) cercana.
Además de gestión en tiempo real, su seguridad es altamente efectiva
En este punto de la conversación, es probable que nuestro interlocutor pregunte por la seguridad. Aquí, una vez más, el Edge Computing cuenta con ventajas reales. Aunque apagar un centro de datos puede poner en riesgo todas las ubicaciones de una empresa (tal y como han descubierto recientemente varias organizaciones, para su desgracia) el formato del Edge Computing garantiza una cierta independencia para cada ubicación.
Cualquier hacker que intentase penetrar un sistema de Edge Computing, por ejemplo, desde una cámara conectada, no podría acceder al resto del sistema. Y no nos dejemos engañar por el pequeño tamaño de la caja: la tecnología resulta segura tanto en términos de hardware como de software, gracias a la clave de cifrado programada para autoborrarse a la menor señal de movimiento físico imprevisto.
El futuro de los centros de datos
La siguiente pregunta quizás sea “¿Se están quedando obsoletos los centros de datos y la informática en la nube? ¿Representa el Edge Computing un cambio hacia nuevas tecnologías que quizás sean menos potentes, pero más relevantes para las necesidades actuales?” Aunque puede resultar tentador imaginar que nuestros centros de datos van a quedar abandonados en un futuro cercano, esto no llegará a ocurrir. El Edge Computing opera en la periferia de los centros de datos, pero para entrenar y actualizar sus algoritmos se necesitan máquinas con una capacidad informática enorme. Esto garantiza que la colaboración entre ambas tecnologías seguirá existiendo a largo plazo.
Aunque puede resultar tentador imaginar que nuestros centros de datos van a quedar abandonados en un futuro cercano, esto no llegará a ocurrir
La ventaja de esta combinación es que un algoritmo entrenado es mucho más valioso. Muchos artículos se han referido a los datos como el nuevo “oro” para las empresas y los algoritmos no son ninguna excepción a este fenómeno. Afortunadamente, el nivel de seguridad mencionado anteriormente tiene aún más importantica en el contexto de la protección de los datos corporativos.
Todas estas son excelentes razones para convencer a nuestro contacto de que estudie más a fondo el Edge Computing.
Popularidad creciente
Ya se han tomado varios pasos en diversos sectores para cambiar al Edge Computing. Las ciudades inteligentes ya están empleando esta tecnología para vigilar los entornos sociales y facilitar despliegues 5G, mientras que el sector de la sanidad cuenta con una enorme variedad de objetos conectados para gestionar datos de la forma más precisa posible. Y, naturalmente, continúan surgiendo múltiples nuevos usos basados en tecnología de Edge Computing.
Además, esta tendencia tiene visos de ir en aumento. Recientemente, IDC anunció que el número total de dispositivos IoT conectados en todo el mundo alcanzaría los 60.000 millones para 2025. De modo que, a medida que el interés de los clientes en los objetos conectados continúa aumentando, las empresas tendrán un mayor incentivo para invertir en esta tecnología y en las formas más adecuadas para protegerla.
El punto final a transmitir es que resulta muy sencillo obtener los beneficios de cambiar a esta tecnología. Gracias el Edge Computing, hoy en día resulta posible situar capacidad de procesamiento en cualquier lugar donde resulte necesaria, incluso en ubicaciones donde antes resultaba impensable instalar una máquina. Como resultado, las oportunidades para la innovación son infinitas y esto es extremadamente interesante para el sector tecnológico y para todas aquellas organizaciones que se animen a dar el paso.