Dos años después, seguimos hablando de Covid-19. Y es que, la pandemia sigue, por desgracia, muy viva y su repercusión en el ámbito profesional impacta de lleno en los centros de datos, que de nuevo volvieron a mostrar su resiliencia en 2021. No en vano, la forma de funcionar en las empresas ha cambiado. Con el incremento del trabajo híbrido y remoto, las organizaciones tradicionales basadas en una oficina física están evolucionando hacia compañías distribuidas compuestas por trabajadores dispersos geográficamente.
Asimismo, la apuesta por la nube se ha intensificado, llegando, incluso, al ámbito de las comunicaciones. La flexibilidad y escalabilidad que aporta esta fórmula ha convencido a muchos a la hora de dar el salto. No obstante, es una transformación en curso que no habla un único idioma, sino muchos, en función de las necesidades de cada negocio.
Y esto implica la exigencia de una plataforma capaz de gestionar los aplicativos de cada empresa en particular de una manera unificada y sencilla. Además del teletrabajo y el ascenso de las TIC as a service bajo un modelo cloud, no debemos olvidar el desorbitante crecimiento de los datos que se siguen generando y que requieren un control, una administración y una seguridad mucho mayores. Nuevas herramientas que se sirven de nuevos avances tecnológicos entran en escena para abordar, en base al análisis y a la automatización, tal cantidad de información.
Y junto con todo lo anterior se impone un tema muy en boga, pero al que no se termina de dar respuesta: la sostenibilidad. Siendo justos podríamos decir que sí que hay iniciativas y proyectos en marcha que están aportando su granito de arena para hacer menos “pupa” al planeta, aunque las grandes decisiones políticas y estructurales a escala mundial se hacen de rogar. Cumbres fallidas y pactos de postureo conviven con buenas intenciones que no se materializan en la dimensión que se debiera para que tenga una repercusión real.
Para saber más, haga click aquí