Los sistemas de alimentación ininterrumpida (SAI) se han convertido en una tecnología fundamental. Aunque su historia está un poco rodeada de misterio, ya que no se conoce una fecha clara de su invención ni una persona que pueda reivindicarla, en la planta de Eaton en Finlandia se fabrican desde 1962. Desde entonces, han recorrido un largo camino, y gracias a los recientes avances, los SAI pueden desempeñar ahora un papel decisivo en la realización de la transición energética y digitalización.
Un complemento imprescindible frente a los cortes de luz
Un SAI es un dispositivo electrónico de energía con una batería en su núcleo que desempeña dos funciones básicas: respaldar y filtrar el suministro eléctrico. De este modo, funciona como una especie de seguro para las cargas eléctricas, lo que lo convierte en un componente vital para garantizar la continuidad de funcionamiento de los equipos electrónicos, como puede ser un monitor de constantes vitales en un quirófano, los centros de datos de un e-comerce o una entidad bancaria.
En el caso de un apagón, un SAI protege a los equipos continuando con el suministro de energía de las baterías, normalmente entre 5 y 30 minutos, cubriendo así el vacío hasta que se ponga en marcha un generador; y, durante los cortes de energía más prolongados, permite apagados correctos para evitar daños o pérdidas de datos.
Incluso cuando la energía está disponible, su mala calidad puede amenazar a los equipos por las subidas de tensión y las caídas, especialmente en el caso de los dispositivos actuales, que son cada vez más miniaturizados y susceptibles. Un SAI salvaguarda el funcionamiento de estos dispositivos “adaptando” la tensión suministrada por la red.
Menos perdidas de energía, más fiabilidad y mayor resistencia
Mientras que los primeros dispositivos de este tipo eran analógicos y tenían una capacidad de sólo unos pocos kilovatios, los SAI modernos son capaces de manejar grandes volúmenes de datos, lo que permite funciones y un control mucho más avanzados, combinados con varios megavatios de energía. La eficiencia energética se mejorado considerablemente en los últimos años y en la actualidad se utilizan diseños modulares, más pequeños y sin transformadores, que requieren menos materia prima. Además, los últimos modelos se benefician de una conmutación más rápida, de una electrónica de potencia mejorada y de una refrigeración más eficiente.
En conjunto estos avances han permitido crear configuraciones modulares que ofrecen una escalabilidad y un mantenimiento sencillos: todo lo que hay que hacer para ampliar la capacidad es añadir otro módulo, y los módulos individuales pueden incluso ser reparados mientras el resto permanece online. Como resultado, los SAI más recientes proporcionan una mayor fiabilidad, disponibilidad y resistencia a un menor coste.
En conjunto estos avances han permitido crear configuraciones modulares que ofrecen una escalabilidad y un mantenimiento sencillos: todo lo que hay que hacer para ampliar la capacidad es añadir otro módulo, y los módulos individuales pueden incluso ser reparados mientras el resto permanece online
Aunque tradicionalmente los SAI estaban basados en baterías de plomo-ácido, ahora se complementan con baterías de ion-litio que son más pequeñas, más ligeras y más adecuadas para cubrir períodos más largos sin energía. Si a esto le añadimos el desarrollo de los supercondensadores, que no son baterías en sí mismas, sino que pueden almacenar y descargar rápidamente grandes cantidades de electricidad, hoy en día nos encontramos con que funciones totalmente nuevas son posibles.
Los SAI y su contribución a la transición energética
El papel de los SAI está pasando de la protección de las cargas críticas a la protección de la red en general. La última generación de SAI, como el sistema EnergyAware de Eaton, son interactivos con la red, lo que significa que pueden gestionar flujos de energía bidireccionales en lugar de unidireccionales: en lugar de limitarse a extraer energía, estos SAI inteligentes también son capaces de devolver el exceso de energía a la red, sin comprometer su funcionamiento.
Por un lado, esto facilita la disminución de picos a corto y largo plazo para reducir la carga de la red, y por otro, apoya la expansión de las energías renovables, que están sujetas a mayores fluctuaciones que las fuentes de energía fósiles convencionales. Al permitir la estabilización de la red, una gestión más local de la energía y un control avanzado de los flujos de energía, los SAI modernos pueden hacer una importante contribución a la transición energética.
Los futuros desarrollos no se centrarán tanto en la mejora de la eficiencia del SAI en sí, sino en cómo puede controlar, almacenar y aprovechar diferentes fuentes de energía en aras de la sostenibilidad. Por ejemplo, si la electricidad almacenada en el SAI de un centro de datos procede en un 100% de energías renovables, este consumo no genera emisiones.
Los futuros desarrollos no se centrarán tanto en la mejora de la eficiencia del SAI en sí, sino en cómo puede controlar, almacenar y aprovechar diferentes fuentes de energía en aras de la sostenibilidad
La reducción de la huella de carbono, reto clave para el futuro
A partir de ahora es de esperar que la atención a las emisiones durante el ciclo de vida del SAI se aleje de las causadas por sus operaciones y se centre en la sostenibilidad de los procesos del fabricante. Este enfoque hace hincapié en la huella de carbono de un producto desde el inicio de su producción hasta el momento de su venta. Por ello, para los clientes es cada vez más importante qué recursos y cuántos se emplean en la fabricación de un SAI, incluido el tipo y la cantidad de energía consumida durante la producción.
Teniendo en cuenta que los SAI se están acercando a los límites de lo que es posible en términos de ganancias de eficiencia, ahora se está prestando atención a otros aspectos, como la fuente de energía de los generadores de reserva, que sigue siendo con frecuencia el gasóleo o el gas, ninguno de los cuales es ideal. En el debate sobre los servicios que los SAI pueden prestar a la red, también es importante no perder de vista su objetivo principal, es decir, suministrar energía limpia e ininterrumpida a los equipos críticos. Dicho esto, el SAI del futuro será capaz de hacer mucho más que eso, actuando como una pieza esencial en la transición hacia la neutralidad de carbono.