Durante los últimos años, la cantidad de nuevas tecnologías que han llegado al mercado es impresionante. Desde los coches con auto-conducción, hasta impresiones en 3D, la innovación tecnológica parece no tener fin. Algunas de estas tecnologías prometen hacer del mundo un lugar mejor, incluso sin proporcionar ningún caso real de negocios o justificación para su uso; mientras que otras prometen que continuarán en tendencia por otros tres o cinco años. Sin embargo, para que todos estos dispositivos realmente cumplan su cometido, deben estar conectados a una red que soporte sus requerimientos.
Para Vince Sumrall, Technical Manager, Florida/Alabama Region en CommScope, la Internet de las Cosas (IoT) y sus dispositivos forman parte de estas nuevas tecnologías. Tan solo en el Hype Cycle For Emerging Technologies 2015 de Gartner casi se coloca en el primer puesto como la tecnología más esperada.
“La Internet de las Cosas (IoT) está creciendo exponencialmente. Los expertos en la industria predicen que un número asombroso de dispositivos de IoT estará en la red para 2020, con proyecciones que van desde los 21 billones de dispositivos, a 50 billones, e incluso 200 billones”.
Pero aún más impresionante que el gran número de dispositivos conectados a la IoT, son las predicciones en torno al impacto económico que ésta puede aportar. De acuerdo al reporte The Internet of Things: Mapping the value beyond the hype de McKinsey, se estima que para 2025, los dispositivos IoT agregarán entre 4 billones y 11 billones de dólares a la economía mundial cada año.
Con esta perspectiva a futuro, el desafío es adecuar las infraestructuras de red para ajustarse a las nuevas demandas. Conseguir que la red esté preparada para proporcionar soporte al aumento de ancho de banda, así como las crecientes demandas de velocidad que esta tecnología requiere, es de suma importancia para los operadores.
Uno de los objetivos de la IoT es conseguir que los usuarios ahorren tiempo en sus procesos cotidianos y utilicen la tecnología de manera eficiente para conseguirlo, lo cual sólo será posible si los operadores logran una convergencia de redes eficiente. Sin embargo, esto no solo depende de los mismos dispositivos IoT, sino en gran medida de la capacidad de los operadores de garantizar infraestructuras de red que permitan que puedan funcionar con rapidez y eficiencia.
“Para que estos dispositivos realmente aporten valor, deben poder estar conectados a la red continuamente, sin interrupciones. Esta conectividad tomará muchas formas, incluyendo Ethernet por cable, WiFi, LTE, Bluetooth y más. La habilitación de estas tecnologías dentro de los edificios requiere una planificación y diseño adecuados, a la par de atención a los estándares pertinentes de la industria”, concluyó Vince Sumrall, Technical Manager, Florida/Alabama Region en CommScope.