Por Marco Blanco, country manager de Pure Storage para España y Portugal
En 2011, el inversor de capital riesgo Marc Andreessen escribió la famosa frase «el software se está comiendo el mundo». Casi una década después esas palabras son más ciertas que nunca. Actualmente, el software está en todas partes y constituye un factor diferencial y un valor añadido para las empresas, incluso para aquellas consideradas tradicionalmente como proveedoras de hardware.
Tanto Uber en el transporte, como Spotify en la música, Airbnb en los viajes, Deliveroo en la comida a domicilio o Netflix en el entretenimiento, han logrado tener éxito gracias a una oferta diferenciada basada en un software superior. Para ser conscientes de la importancia del software en nuestro contexto, basta con pensar en nuestro smartphone. Todo el mundo tiene uno y su hardware es increíblemente parecido, independientemente de si el móvil es de Apple, Samsung, Google u otro. Lo que hace que el smartphone sea único es su propia configuración personal de aplicaciones o, dicho de otro modo, el software que se decide instalar en él. Todos estos ejemplos pertenecen al ámbito del consumo, pero son aplicables del mismo modo a las relaciones entre empresas y a las mayores compañías del mundo.
El software es realmente importante para las empresas, algo lógico si tenemos en cuenta que en este momento están generando más datos que nunca y que son necesarias soluciones más avanzadas que sigan este ritmo de crecimiento. Se prevé que en el año 2020 cada ser humano genere 1,7 MB de datos por segundo y, al menos hasta el día de hoy, tan solo se analiza y se utiliza el 0,5% de los datos. Las organizaciones están adoptando tecnologías punteras para la gestión de la información, como la inteligencia artificial, la nube híbrida o el edge computing con integración del Internet de las cosas y los análisis predictivos, para hacer frente a este crecimiento exponencial de los datos y poder aprovecharlo. Según Gartner, en 2019 el gasto mundial en software empresarial debería alcanzar los 439.000 millones de dólares, lo que supone un aumento del 8,3% respecto a 2018.
En vista de estas cifras, está claro que el software es fundamental para tener éxito en los mercados actuales. La tecnología flash es un muy buen ejemplo de ello. Esta tecnología supuso una revolución cuando apareció en el mercado del almacenamiento, pero esto no se debió únicamente al hardware. Según nuestra propia experiencia, lo que hizo que el flash despegara fue la inclusión de un software integrado que permitió sacar un valor óptimo de esta tecnología. Entre otras ventajas, este tipo de software permite saber cómo funciona una cabina de almacenamiento, cuál es su capacidad y si necesita actualizarse o repararse, además de enviar los datos a un punto central para poder tomar decisiones bien fundamentadas. Esto supuso un punto de inflexión y fue uno de los factores clave que llevaron al consiguiente dominio del flash en el sector.
Existen innumerables casos de uso avanzados que las organizaciones desean aprovechar actualmente. Con frecuencia, para ello hay que implementar soluciones de última generación, que pueden aumentar la complejidad de los sistemas informáticos o fracasar ante la primera dificultad si no se han dispuesto las bases adecuadas. Si a esto le sumamos el crecimiento exponencial de los volúmenes de datos que hemos mencionado anteriormente, está claro que las organizaciones tienen que transformar su infraestructura para resolver estos retos. Los entornos informáticos modernos deben priorizar los datos, mientras que las estrategias por las que se rigen estos datos deben basarse en unos modelos de consumo flexibles entre soluciones on premise, en la nube pública y en la nube privada, alineando las cargas de trabajo de las aplicaciones con las infraestructuras más efectivas. Una vez modernizados los entornos informáticos, el software de gestión basado en la nube que monitoriza el almacenamiento de los datos y la infraestructura subyacente es la clave para llevar esta infraestructura al siguiente nivel, con el fin de incorporar la automatización para ahorrar tiempo y dinero y acelerar la innovación y la obtención de información en beneficio de la organización y del usuario final. El entorno informático moderno ideal debería funcionar en armonía con una interfaz de gestión común, una arquitectura 100% no disruptiva y unos servicios de soporte proactivos/predictivos.
La gestión de la infraestructura y del almacenamiento de los datos basada en la nube permite que las empresas accedan a sus datos desde cualquier sitio, con un soporte que funciona las 24 horas del día y los 7 días de la semana y que puede encontrar y solucionar de manera autónoma los problemas, incluso antes de que el usuario sea consciente de ellos. Además, gracias a la naturaleza del software como servicio (SaaS), cada vez que se accede al sistema se estará utilizando la versión más nueva del software, lo que hará que se obtenga beneficio de las últimas características y mejoras.
Teniendo en cuenta las ventajas mencionadas, no es ninguna exageración decir que implementar el software adecuado tiene los mismos efectos que contratar a un equipo de profesionales informáticos muy cualificados, algo que no todas las empresas pueden permitirse, debido a las limitaciones de recursos o a la falta de talento disponible. En este sentido, el software puede considerarse como un gran elemento igualador y nivelador del campo de juego. Cuando los datos se recopilan y se envían automáticamente mediante telemetría para obtener información del mundo real, y los posibles incidentes en el sistema son detectados de manera proactiva antes incluso de que se conviertan en problemas, el software de gestión garantiza que se está en las mejores manos. En este sentido, las organizaciones deberían hablar con sus empresas proveedoras de confianza para ver de qué modo estas pueden ayudarlas.