Si los centros de datos dejaran de funcionar, gran parte de la vida moderna se paralizaría o, como mínimo, sufriría importantes disrupciones. En los casos más serios, el caos estaría asegurado. La productividad y los mercados bursátiles se hundirían. Los datos vitales se perderían o no se podrían usar. Los correos electrónicos no se enviarían. A un nivel más trivial, las plataformas de contenidos dejarían de emitir series y películas. Los confinamientos serían mucho menos llevaderos. El trabajo desde casa se convertiría en misión imposible.
Es complicado sobrevalorar la importancia de los centros de datos para la sociedad. Pero, a pesar de ello, nuestra industria ha tenido un perfil relativamente bajo entre los inversores durante la mayor parte de las dos décadas pasadas. Nuestro sector mantiene una reputación de solidez, pero a la vez de poco interés.
Afortunadamente, esto ya ha empezado a cambiar. La industria de los centros de datos, como consecuencia de la creciente demanda de datos por parte de empresas y particulares, se está consolidando como una de las tendencias principales de inversión. En efecto, los inversores ya están haciendo cola en los mercados tradicionales de Frankfurt, Londres, Ámsterdam y París (“FLAP” por sus iniciales) y en los Estados Unidos.
La competencia se intensifica y empuja al alza los costes de los terrenos. Los constructores están compitiendo con las empresas logísticas para obtener las mejores localizaciones
Acaparamiento de terrenos para construcción de centros de datos
La pandemia de Covid-19 ha propulsado el ya de por sí creciente uso de datos digitales, con gran parte de la sociedad trabajando desde casa, usando videollamadas en lugar de reuniones en persona y consumiendo una cantidad creciente de entretenimiento digital. En consecuencia, la necesidad de centros de data de hiperescala ha seguido creciendo para afrontar esa creciente demanda del mercado.
Pero, por otro lado, los terrenos para la construcción de centros de datos escasean y los precios están al alza. Los retrasos de construcción en el último año provocados por la pandemia han creado un desajuste entre oferta y demanda en los centros de datos, especialmente en la región de EMEA. CBRE, la firma de inversión y servicios en activos inmobiliarios ha predicho que 2021 será un año record para la industria de los centros de datos.
Además, la competencia se intensifica y empuja al alza los costes de los terrenos. Los constructores de centros de datos están compitiendo con las empresas logísticas para obtener las mejores localizaciones, a medida que el comercio minorista intenta también adaptarse a la creciente demanda de comercio online.
La llegada a la península de dos nuevas redes de cables submarinos con Madrid como punto de interconexión, son una prueba más del futuro brillante del sector local
Madrid se coloca en el mapa
Estos movimientos globales tienen su impacto local. España cuenta con una posición geográfica privilegiada como puerta de entrada a Europa desde África y América y ya se lleva años hablando de Madrid como “Hub digital del sur de Europa”. Con una potencia IT instalada en centros de datos cercana a los 100 MW, es una de las ciudades con mayor crecimiento proyectado de Europa, junto con Copenhague.
Todavía nos movemos en cifras que están un orden de magnitud por debajo de las ciudades FLAP, pero el porcentaje de crecimiento que se prevé (con nuevos planes de expansión y/o llegada de empresas de Colocation, el aterrizaje de AWS con tres centros de datos en Aragón y la apertura de regiones Cloud de Google y Microsoft), están poniendo a Madrid en el foco de los inversores.
La llegada a la península de dos nuevas redes de cables submarinos (Grace Hopper de Google con EEUU y 2Africa con el continente africano), con Madrid como punto de interconexión, son una prueba más del futuro brillante del sector local. En total, el pipeline de proyectos a desarrollar a futuro en España suma una capacidad IT de unos 400 MW, partiendo de los 100 MW actuales.
Como motor de la economía digital, los centros de datos van a habilitar aplicaciones y procesos que harán a las empresas mucho más eficientes y sostenibles debido a la digitalización de sus procesos
Explicando nuestra industria a la sociedad
La creciente dependencia de los datos digitales en cualquier sector de actividad, además de poner a los centros de datos en la diana de los inversores, también los está situando bajo el escrutinio social. Por un lado, su nivel de criticidad hace que sus expectativas de disponibilidad ya se asemejen a las de los suministros públicos (agua, luz, gas, etc.). Y por el otro, existe una creciente preocupación por el impacto medioambiental que su consumo energético puede tener. Ambos aspectos reclaman la atención de todas las empresas que estamos en el sector.
En lo referente al impacto medio ambiental, los operadores de centros de datos tienen que cumplir con regulaciones cada vez más estrictas en materia de emisiones de carbono y niveles de ruido. Para mantener el crecimiento rápido y ser a la vez un actor medioambiental responsable, la industria de centros de datos debe no solo cumplir con las regulaciones nacionales e internacionales, sino también subir el listón en los estándares propios. Iniciativas voluntarias de la industria, como el “Pacto de Centros de Datos Climáticamente Neutros” en Europa entre los proveedores de servicios cloud y los operadores de centros de datos, que han acordado que para 2030 los centros de datos europeos sean climáticamente neutros, son un paso en la dirección adecuada.
Explicar las implicaciones medio ambientales del crecimiento exponencial de la infraestructura digital y cómo la industria de centros de datos está intentando equilibrar la demanda con el respeto al medio ambiente es vital. Como motor de la economía digital, los centros de datos van a habilitar aplicaciones y procesos que harán a las empresas mucho más eficientes y sostenibles debido a la digitalización de sus procesos. Ese efecto optimizador debe contrapesar el creciente consumo energético propio de los centros de datos, logrando un efecto combinado positivo. Una explicación de estos aspectos en lenguaje común, a consumidores e inversores, es una pieza clave para nuestro futuro como industria.